La constelación de Aries

La constelación de Aries

La constelación de Aries

Mitología e historia de las constelaciones

La constelación de Aries

Aries (Aries) es una constelación austral, que antiguamente correspondía al primer signo del zodíaco y se asociaba con la llegada de la primavera. En la literatura astrológica, el signo de Aries está marcado .
Los persas veían en él un Cordero (Zend-Avesta); otros pueblos veían un Aries (Arato, Eratóstenes, etc.); esto hizo que el signo se denominara signo del Cordero o de Aries. La constelación, o efigie del animal, ya no corresponde a la primera división del zodíaco; de modo que hay dos cosas, que deben distinguirse cuidadosamente, a saber, el signo de Aries, que no es otra cosa que esta primera división, y la constelación de Aries, trazada sobre las estrellas, que antes correspondía al primer signo, y que no le corresponde desde hace más de dos mil años. Cuando el sol, en su curso anual aparente, abandona el hemisferio sur para entrar en el hemisferio norte, pasa sobre el ecuador el 21 de marzo (primer día de la primavera), y es en este momento cuando entra en el signo de Aries, aunque entonces se encuentre en la constelación de Piscis. La constelación de Aries coincide ahora casi por completo con el signo de Tauro.

Sólo una de sus estrellas, Hamal (Alfa), alcanza la magnitud dos, las demás tienen un brillo aparente inferior.

La constelación de Aries en la mitología

El Aries representado en las estrellas siempre ha sido considerado por los griegos como aquel en el que Fríxus y Hellê cruzaron el Helesponto. Phryxus afirma que su vellocino era de oro. Hellê cayó a las aguas, y de sus amores con Poseidón, tuvo a Paeon, según unos, y a Edon, según otros. Phryxus se salvó y llegó a los estados de Aeetes, rey de Colchis. Imnoló su Aries a Zeus o al dios Amón, y consagró su rico vellón en el templo. Zeus colocó al propio animal o su imagen en los cielos: en la parte estrellada, bajo la cual se siembra el trigo.
Eratóstenes, después de haber dicho que Phryxus había despojado a su Aries de su vellón, que había presentado a Aëtes, para permanecer en el templo de Zeus, como un monumento, añade que luego fue a ser colocado en el firmamento. En cuanto a Phryxus, algunos dicen que nació en Orchomena en Beocia, otros en Tesalia; también se afirma que Eolo tuvo, entre otros hijos, Cretheus y Athamas. Creteo tuvo por esposa a Demodice, a la que otros llaman Biadicê. Se dice que estaba enamorada de los encantos de Fríxco, hijo de Athamas, y que no habiendo podido obtener lo que deseaba, se encargó de calumniarlo ante Creteo. Éste, engañado por los pérfidos discursos de su esposa, exigió a Athamas que destruyera a su hijo. Pero Néfele, o la Nube, acudió y salvó de sus manos a Phryxus y a su hermana Hellê, subiéndolos a un Aries, y ordenándoles que cruzaran el Helesponto lo antes posible y huyeran tan lejos como pudieran. Hellê cayó en el camino y murió, dando así el nombre de Helesponto a este estrecho. Phryxus llegó a Colchos.

Esta historia también es relatada por Germánico César, con algunas ligeras diferencias. Afirma que Phryxus y Hellê habían querido matar a su suegra, y que Dionysus / Bacchus los había enfurecido; y que vagando por los bosques, su madre les regaló un vellocino de oro Aries, al que subieron para pasar el estrecho, desde entonces llamado Helesponto. Añade que Phryxus, habiendo tenido la suerte de pasar el estrecho solo, y de llegar a Colchis, inmoló este Carnero al dios Marte (Ares), o al planeta que tiene su domicilio en este signo celeste. Que este Carnero dejó su vellocino en la tierra antes de pasar al cielo, y que fue custodiado por un Dragón. Este Aries, según Eratóstenes, era inmortal, y fue Nephelê, o la Nube, la madre de Phryxus y Hellê, quien lo dio a sus hijos. Teón se expresa sobre este signo más o menos en los mismos términos, al igual que Ovidio, Columela, Manilio y otros muchos autores que han hablado del mito de Phryxus y Hellê.

Por lo tanto, no cabe duda de que, para los antiguos, el mito de Aries con el Vellocino de Oro, que dio a luz a Hellê y a Phryxus, hijos de la Nube y de Athamas, se hizo sobre Aries, que está en los cielos, y que ocupó el equinoccio de primavera durante mucho tiempo.

Otros autores (Columela, Manilio) han relacionado el mito de este Aries con el de Baco, o con la mitología solar, de la que este astro es el héroe, bajo el nombre de Baco (o Dioniso). Así, está vinculado al mito solar de los cristianos, en el que el Sol aparece bajo el nombre de Cristo; es el Cordero que repara los pecados del mundo.
Hermipo decía que cuando Baco atacó África, llegó con su ejército a cierta zona de Libia, llamada Ammodes, por la prodigiosa cantidad de arena que allí se encontraba. Por lo tanto, estaba expuesto a los mayores peligros, en la necesidad de cruzar estas áridas arenas, sin esperanza de encontrar ningún refrigerio para su ejército. En esta cruel perplejidad, el azar hizo ver a sus soldados un Aries, que emprendió la huida ante ellos. Lo persiguieron, hasta que llegaron a cierto lugar, en el que más tarde se construyó el templo de Zeus Amón. Allí Aries desapareció; pero en su lugar encontraron, en contra de lo que esperaban, un manantial de agua abundantísima. Allí saciaron su sed y fueron a contarle a Baco su descubrimiento. El dios condujo allí a todo su ejército, que se refrescó. Construyó allí un templo en honor de Zeus; y allí consagró la estatua de este dios, al que dio los cuernos de Aries (Isidoro de Sevilla, Los Orígenes). Luego colocó a Aries en las constelaciones, para que cuando el Sol estuviera en este signo, la naturaleza se regenerara, como lo hace cada año en primavera; y especialmente en memoria de la preservación del ejército de Baco, que este benéfico Aries había salvado. Como había servido de jefe y guía a sus tropas, deseaba que marchase también a la cabeza del ejército celeste, y de la serie ordenada de los signos del zodíaco.

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Nigidio cuenta la misma historia más o menos de la misma manera, y llama a este Aries el Indicador de la primavera inmortal, que regó a Baco y a su ejército.

Existe aún otra tradición sobre Baco y este Aries. León, que había escrito la historia de Egipto, cuenta que Baco, habiendo tomado posesión de Egipto y de los países vecinos, había recibido la visita de un tal Ammón, venido de África, que había llevado a este dios una cantidad bastante grande de rebaños, para merecer su confianza; Que Baco, en agradecimiento, le había regalado toda la tierra que está cerca de la Tebas de Egipto, y que para perpetuar el recuerdo de esta ofrenda, los que pintaron a Ammón lo representaron con los cuernos de un Carnero. Otros añaden que fue también esto lo que hizo que el Carnero fuera colocado en los cielos.

Por último, entre los diversos mitos que se han hecho sobre este Aries, hay algunos que lo hacen nacer (a Germánico César) de los amores de Poseidón con Teófano, hija de Altheis. Se afirma que el dios, habiéndose enamorado de esta ninfa, la hizo pasar por la isla de Crumissa, y que había comerciado con ella bajo la forma de Aries, cuya metamorfosis había tomado prestada. También había transformado a su amante en una oveja, para engañar a sus rivales (Hyginus). De esta unión nació el Crisómalo de Aries o Vellocino de Oro, que Fríxus montó en su viaje a la Cólquide; y de donde depositó el Vellocino en el templo de Ares, de donde más tarde lo sacó Jasón.

Luciano ve allí el Aries de Tiestes, el que fue esculpido en piedra, sobre la tumba de este héroe, junto al templo de Perseo, de este mismo Perseo, que está en los cielos sobre el Aries de los signos (Pausanias).

Es a través de este Aries que debemos explicar todos los mitos que acabamos de relatar, y muchos otros que no hemos mencionado. Es él quien es el famoso Cordero, en la religión cristiana, y en el judaísmo, bajo el nombre de Cordero Pascual, y el Reparador de la Naturaleza. Es él quien da sus formas a Zeus, cuando toma el título de Zeus victorioso, y triunfa sobre los Gigantes, principios del mal y de las tinieblas, que, en las teogonías, toman prestados los atributos de la Serpiente de Otoño.

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Los otros nombres de la constelación de Aries

No es fácil encontrar en este conjunto de estrellas de esta constelación la explicación del símbolo al que sirvieron de pretexto; sin embargo, si una cierta disposición de las estrellas de la cabeza puede dar la idea de un cuerno de carnero y de la dirección de la cabeza que mira hacia atrás, la analogía sugiere uno de los motivos que pudieron contribuir a fijar esta denominación, tanto más cuanto que el cuerno de carnero era honrado antiguamente con una celebridad particular por su consagración a Zeus. Ahora bien, si unimos las estrellas Beta, Gamma, Iota, Theta y Eta mediante una línea, trazamos una curva que no dista mucho de esta forma característica. Flammarion pensó que quizá en la antigüedad una estrella lo bastante brillante completaba la curva como para justificar el símbolo.
En cualquier caso, los diferentes nombres que designan una Oveja y un Aries en las distintas lenguas han multiplicado la nomenclatura de esta constelación. Informaremos de los principales nombres que ha recibido.

Los griegos, Crios. Los latinos, Aries, Chrysovellus Laniger, Princeps Zodiaci, Ductor Excercitus Zodiaci, Dux Gregis, Princeps signorum, Ovis aurea, Vervex, Aequinoctialis, Arcanus, Auratus, Chrysomallus, Jupiter Libycus, Deus Libycus, Jovis et Minervae Sydus (Caesius).
Los árabes lo llaman Elhammel, Hemal (Bayer, Riccioli), AchamaIo (Caesius). Los sirios, Emro. Los coptos, Esoi (Kirker). Los hebreos, Telek, Tlaa (Kirker), Thala. Los turcos, Koyûn o Koyin (Hyde, Ulugh Beg), Kûzi.

Los persas, el Cordero, Bêrè (Hyde). Los indios, Vareh (Boundesh.) y Mecham (El Gentil).

Los alemanes, Bider. Los holandeses, Hamel.

Las estrellas de la constelación de Aries

como regalar una estrellaHay dos estrellas brillantes en la cabeza de Aries. Una de las dos, la más septentrional, o la de la izquierda, es la más pequeña. Se llaman Sartai, o ministros subordinados al signo principal, o a Aries, y Mesarthim (Bayer). También se distingue Albuten, el vientre de Aries (Alfraganus).
Ulugh-beg llama a los de los cuernos Al-Sheratein; al cercano a la cola, Min al Botein; al cercano a la nariz, Al Nath. Hyde, su comentarista, observa que los nombres de Al-Hamel, dado por los árabes; el de Teleli, o Tlaa, por los hebreos; el de Emro, por los sirios; el de Kûzi, por los turcos; que todos estos nombres designan a un Cordero ya fuerte. Tiene dos cuernos, como el Carnero, Al-Kebsh; por eso se le llama Al-Kebsh Alîph , o el Carnero manso y dócil.

Las dos primeras estrellas de los cuernos (Alfraganus), Al-Sheratein o Al-Sheratan, forman la primera estación de la Luna. Las dos estrellas de la cabeza con la pequeña, o las estrellas Alfa, Beta, Gamma son llamadas por un nombre genérico Al-Ash’râ, del singular Sherât, signo. La primera estación de la Luna en Aben Ragel se llama Ras Al-Hamal, la cabeza de Aries; las que componen el vientre, o Min Botein, forman la segunda estación. La primera de las estrellas, situada fuera de la figura del animal, es Al-Nath, que otros llaman Nath.

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El año de Aries y sus presagios

Columela marca el 16 del calendario de abril, el paso del Sol bajo Aries, acompañado del soplo del favonio y del coro; el diez, fija el comienzo de la salida de Aries; marca la lluvia y la nieve; el ocho y el nueve, sitúa el equinoccio, con indicación de tormenta. Fija el undécimo, antes de las calendas de octubre, como el comienzo de la puesta de Aries. Los vientos favonius y corus soplan entonces, y a veces el viento auster, que acompaña a la lluvia.
También marca el décimo de las calendas de octubre, la puesta de la nave Argo, en la que iba Jasón, cuando se dirigía a conquistar el vellocino de este famoso Aries. Fija la salida vespertina de las Cabras, el ocaso medio de Aries y el aliento de Aquilón, en la víspera de los nones de octubre.

El mismo autor sitúa el equinoccio de primavera el 25 de marzo o la octava antes de las calendas de abril, es decir, el mismo día en que Macrobio fija la celebración de las Hilarias y del triunfo del dios del día sobre la noche (Saturnalia). Se suponía entonces que el Sol estaba en el octavo grado de Aries. Marca la otoñal en el octavo antes de las calendas de octubre, habiendo alcanzado el Sol el octavo grado de Libra.

Sitúa el Sol en el octavo grado de Capricornio, cuando comienza el invierno, la octava antes de las calendas de enero. Finalmente fija el solsticio de verano en el octavo grado de Cáncer, y en la octava antes de los calendarios de julio. Añade, que no ignora que Hiparco fija los solsticios y equinoccios, no en el octavo grado de los signos, sino en el primero; y dice, que prefiere la manera de fijar las estaciones, consagrada por los calendarios y poemas rústicos, y por los calendarios sagrados, destinados a marcar el orden de los sacrificios y fiestas. Esta forma de contar era la más conocida, según el mismo Columela.

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Eudoxo afirma (según Teón), que, durante todo el tiempo que el Sol viaja a través de Aries, los vientos suavizan su aliento, así como bajo Tauro y Géminis. Entonces soplan los céfiros: el mito de Aura es una prueba de ello. Hyginus sitúa a Aries en el círculo equinoccial, a la cabeza de los signos, y lo llama Princeps Signorum. Su cabeza mira hacia el este, sus pies se posan primero, y cuando se levanta, su cabeza se eleva bajo el Triángulo; sus pies casi tocan la cabeza de la Ballena. Hay dieciocho estrellas principales, sembradas en las diversas partes de su cuerpo. Las más aparentes son las de los cuernos (Hyginus, Germanicus).

Según los astrólogos antiguos, Aries ocupaba el centro del cielo, en la época primitiva o en el supuesto principio del Mundo (Macrobio, Sueño de Escipión). De ahí el epíteto de Mesomphalos, que le dio Nonnus.

Se decía que el movimiento del Sol en declinación y su movimiento diario eran los más rápidos posibles en este punto (Arato, Hyginus).

Atenea / Minerva, entre los doce grandes dioses, tenía su sede en este signo; el Sol tenía allí su exaltación, y Ares / Marte su domicilio.

En la esfera de los decanos, Marte, el Sol y Venus, comparten entre ellos el imperio de los treinta grados de Aries. Este signo fue asignado al elemento Fuego (Ch. Dupuis).

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